Agustina Ferrand
sin querer queriendo
Las orejas se abren y entro yo.
Las orejas se abren y entro yo.
Hago mi casita en sus orejas.
Una mano blanca y de dedos puros me toca como pidiendo “permiso” y me lleva a dar una vuelta.
“¿Adónde vamos?”
, le pregunto.
“No estás muerta”
, me contesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
‹
›
Inicio
Ver versión web
No hay comentarios:
Publicar un comentario