La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

tan hermosa

ella era tan hermosa que yo me escondía para que su belleza no me rompiera en mil pedazos /
ni siquiera podía mirarla porque al otro día amanecía brotada de estrellas y astronautas /
ella era tan hermosa que se me amontonaban las palabras y no podía elegir ninguna /
sin embargo elegía / pero siempre elegía mal /
me decidí a construir una montaña con todas las palabras equivocadas /
y a la mañana / cuando me levantaba / brotada de estrellas y astronautas / hacía mucha fuerza para salir de mi casa / las palabras no querían que me vaya /
ella era tan hermosa que no tenía tiempo para darse cuenta / menos iba a tener tiempo para mí que le junto caracoles a mi abuelo / y mientras los junto pienso en que también tengo que limpiar los baños / y animarme a trabajar sin corpiño / y darle a mi vieja la plata para la luz /
ella era tan hermosa que yo me escondía para no decírselo de la forma en que me hubiese encantado decírselo /
ella era tan hermosa que no podía no ser hermosa sin romperme cada día un poco más /
ella era tan hermosa que yo no tenía más remedio que irme para siempre /
ella era tan hermosa que yo jamás me aprendí las calles para llegar /
entonces me dormía con una mano abrazando a mi monito y con la otra haciendo dibujos que nunca me iban a gustar /
ella era tan hermosa que se le iban los ojos para arriba y yo soñaba con atraparlos /
ella era tan hermosa que yo nunca pude /
yo nunca pude / yo nunca pude /

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