La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

Escribo como pidiendo.

Escribo como pidiendo “perdón”

por la inmensidad de cosas que no hago.
Escribo para llegar hasta el fondo
y darme cuenta de que todavía me falta demasiado.

Escribo para que se sorprenda el distante.
Escribo para que me descubra el cercano.
Y no para que colonice mis textos,
sino para que me vea desnuda,
y me mire las manos, y yo pueda decir algo.

Escribo para quedarme sin cara.

Escribo como diciendo “veo todo”
y escribo como diciendo “no hay nada”.

Escribo porque me quedo estancada.
Escribo porque me vivo de golpe.
Y escribo porque me apuntan mañana.

Escribo porque no leo un carajo.
Escribo porque sólo miro palabras.
Escribo para tenerme respeto.
Escribo para no llevarte a la cama.

¿Te das cuenta?

Escribo como pidiendo “perdón”
por la inmensidad de cosas que no hago.
Escribo para llegar a tus ojos
y darme cuenta
de que todavía -sí, todavía- me falta demasiado.

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