Caés de nuevo en la volteada y creo que me dolió el
tropiezo, pero el moretón ya me es rotundamente indiferente. Y tengo tantos
sueños que mejor dormirlos en la almohada y levantarlos cuando el cuerpo tenga
ganas. Hoy estoy expectante y sólo de mí misma. Me espero como siempre
masticando madrugadas y me importa un cuerno tu llegada. La verdad más
mentirosa es que aprendí a olvidar. Sigo sin entender al cuerpo que me hace
muecas hasta el final del partido y no lo puedo gambetear. Mirá lo que es esta
ciudad, se le ponen los pelos de punta porque perdió la libertad, y la adornan
esquinas vulgares que, en silencio, nadie quiere atravesar. Me importa poco. Hoy
no voy a caminar. Tengo un acordeón en la frente y, para colmo de arrugas
concretas, está tronando el espanto ¡y sabe espantar! Caigo de nuevo en la
volteada y no me pienso empapar. Hoy estoy jugando a los botones con mi
seriedad. Ya está, no me volé, gracias igual.
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