La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

El pájaro se ha vuelto jaula.

¡Alejandra, Alejandra, Alejandra!

Me encadeno cuando siento que no debo hablar de amor,

me encadeno cuando siento que no debo hablar de vos.

¡EL PÁJARO SE HA VUELTO JAULA!
Y nadie lo vió volar. Nadie lo vió.

¿Qué hacemos, entonces, con tantos secretos y con tanto cielo para vos?
¿Los guardamos en una de esas cajas indestructibles y les hablamos de Dios?

La jaula copa la casa
y yo sé que no soy más que un dolor,

todavía no aprendí a comportarme en el mundo,
a mutilarme la poesía,
a caminar sin corazón.

Se debe a que no hay voces, todavía, sin tu nombre.
Se debe a que no hay calles, todavía, sin tu horror.

Y yo que me pregunto que por qué estoy en el mundo.
Y yo que me pregunto que por qué te escribo a vos.

Maldita mi manía de estrellarme en tu ignorancia.

¡EL PÁJARO SE HA VUELTO JAULA!
Y el pájaro era yo.

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