abandoné los eventos literarios
y los micrófonos abiertos
decidí conectarme con lo que siempre está
y ni cuenta nos damos
me incliné por el trabajo, el encierro,
mis hermanos y el patio
me incliné por la "unipresencia"
que no es lo mismo que la "soledad"
(me advirtió una amiga de facebook
que quiere que nos mandemos cartas
y yo le dije que no sé si estoy preparada
para tanta intimidad)
abandoné los aplausos que,
más allá de que sean gratos,
nunca es eso lo que aparece en un sueño
me incliné por comer con hambre un big mac
y sentarme en la vereda a fumar un cigarrillo
(o dos, o tres)
me incliné por lo conocido
lo que no huye
lo adverso:
aquello que me ama cuando no estoy poetizando
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