La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

Hoy estuve a punto de irme.

Hoy estuve a punto de irme. Estaba decidida. Llegaba a casa y me hacía un cóctel de pastillas. Quería que me abrace la luz. QUIERO QUE ME ABRACE LA LUZ. No sé qué es lo que me retiene en este mundo. Los pelotudos de mis vecinos pusieron reggaetón para todo el barrio. Hay gente que se merece un CHARLY en la frente. ¿Y si hay un castigo para los que se suicidan? Porque el problema no es si no hay nada más allá, el problema es si hay y me tengo que comer el viaje por boluda. Tengo miedo de decirle a la doctora la verdad. No sé si quiero que me internen de vuelta. No quiero que me vuelvan a pinchar. No quiero afearme. No quiero engordar. ¿Quién me va a llevar yerba y cigarrillos? No. Tengo que ser inteligente. Nadie tiene que saber que planeo desaparecer. QUIERO DESAPARECER. No me molestaría si Dios me ayuda y me lleva. Mientras tanto, mientras espero a que se decida… seguiré escribiendo poemas. Alguien tiene que abrazar mis poemas. Y yo tengo que enterarme y sonreír. Que sea pronto, por favor, así me olvido de una vez por todas de este asunto y logro amar la vida un poquitito más que a la poesía. Mi poesía. A quien más leo es a mí misma. Soy lo mejor que conozco. Cuando nos expresamos sin miedo al qué dirán somos hermosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario