La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

No hay descanso.

Leo en voz alta, como siempre. Mientras junto moneditas pa´ contarte que soy fuerte. Pero tengo malos dientes. Y, a veces, me vuelvo desgraciada y deprimente. Con la misma intensidad con la que soy independiente. Me aburro de la gente, me aburro de la gente. Y quiero verte. Y quiero entenderte. Pero ¿cómo explicarlo? Esto no es lo que parece. Hablo de las paredes, de los papeles que me cuidan, de lo blanco, de lo negro, de lo turbio, de lo verde. Hablo porque sé que cumplo un rol y sos mi hermano. Hablo porque (¿ves?) somos lo mismo, aunque no nos encontramos. Y me importa tres pepinos transformar en víctima al victimario. Yo perdí toda mi euforia en ese barro. Y a veces quiero matarlos, a veces quiero matarlos. Pero no muevo ni un dedo porque sé que son de palo. Idiotas. No me ensucien más los ojos. No me toquen más las manos. Ya no bailo, ¿ven?, ya no bailo. Yo perdí toda mi euforia en ese barro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario