Leo en voz alta, como siempre. Mientras junto moneditas
pa´ contarte que soy fuerte. Pero tengo malos dientes. Y, a veces, me vuelvo
desgraciada y deprimente. Con la misma intensidad con la que soy independiente.
Me aburro de la gente, me aburro de la gente. Y quiero verte. Y quiero
entenderte. Pero ¿cómo explicarlo? Esto no es lo que parece. Hablo de las
paredes, de los papeles que me cuidan, de lo blanco, de lo negro, de lo turbio,
de lo verde. Hablo porque sé que cumplo un rol y sos mi hermano. Hablo porque (¿ves?)
somos lo mismo, aunque no nos encontramos. Y me importa tres pepinos
transformar en víctima al victimario. Yo perdí toda mi euforia en ese barro. Y a
veces quiero matarlos, a veces quiero matarlos. Pero no muevo ni un dedo porque
sé que son de palo. Idiotas. No me ensucien más los ojos. No me toquen más las
manos. Ya no bailo, ¿ven?, ya no bailo. Yo perdí toda mi euforia en ese barro.
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