Salgo a la calle, una vez más, y
despliego las 365 banderas que fabriqué desde el alma y desde siempre. Me da
pena, mi mensaje no se entiende. Pongo las manos en el fuego y en el agua, y...
mi mensaje no se entiende. ¿Cómo decir desde la no poesía -mis- verdades, las
más hondas, las que pican, las que inyecto, las que ofenden? ¿Cómo explicarle a
los indios, a la multitud -despiadada caravana inexplicable- de indios que
llevás en tu vientre, que si no voy no es porque no busque, no es porque no
entienda, no es porque te olvide, no es porque NOS quiebre; sino voy es porque
yo no sé, nunca sé, nunca supe, soy sin dientes... sólo, sólo... y
simplemente... me pareció ver lo de siempre: guerra (puta) frente, (como chicle
intermitente), (como la mía aquella vez, ¿te acordás? yo no pensaba en nada, yo
no "quería" "verte". Sólo bailaba ausente. Sólo bailaba
ausente.) Iba eterna, sobre el aire, sin tus dudas, no limada, NO LIMADA, sin
sus muertes. (Hubo suerte, ¿Dios existe?, ¡hubo suerte!) (Soy más cruda: Hubo
magia, hubo guerras, terminaron, y hubo suerte). Sangre en el batallón de los
delincuentes. Salgan todos, que no quedan más asientos. Salgan todos, me
conozco, "¿ves?", se siente. Hace siglos que se siente, (yo que
estuve desde siempre...) No molesten. No molesten. No molesten. Ya no, por favor,
no molesten. No vendan brazos, no dejen ojos, no acepten besos, no compren
versos, ¡no soy aceite! Ya fui a la guerra. Les traje TODO. "¿Lo
desenvuelvo?" No me molesten.
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