La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

De carne, de hueso y de paréntesis.

Salgo a la calle, una vez más, y despliego las 365 banderas que fabriqué desde el alma y desde siempre. Me da pena, mi mensaje no se entiende. Pongo las manos en el fuego y en el agua, y... mi mensaje no se entiende. ¿Cómo decir desde la no poesía -mis- verdades, las más hondas, las que pican, las que inyecto, las que ofenden? ¿Cómo explicarle a los indios, a la multitud -despiadada caravana inexplicable- de indios que llevás en tu vientre, que si no voy no es porque no busque, no es porque no entienda, no es porque te olvide, no es porque NOS quiebre; sino voy es porque yo no sé, nunca sé, nunca supe, soy sin dientes... sólo, sólo... y simplemente... me pareció ver lo de siempre: guerra (puta) frente, (como chicle intermitente), (como la mía aquella vez, ¿te acordás? yo no pensaba en nada, yo no "quería" "verte". Sólo bailaba ausente. Sólo bailaba ausente.) Iba eterna, sobre el aire, sin tus dudas, no limada, NO LIMADA, sin sus muertes. (Hubo suerte, ¿Dios existe?, ¡hubo suerte!) (Soy más cruda: Hubo magia, hubo guerras, terminaron, y hubo suerte). Sangre en el batallón de los delincuentes. Salgan todos, que no quedan más asientos. Salgan todos, me conozco, "¿ves?", se siente. Hace siglos que se siente, (yo que estuve desde siempre...) No molesten. No molesten. No molesten. Ya no, por favor, no molesten. No vendan brazos, no dejen ojos, no acepten besos, no compren versos, ¡no soy aceite! Ya fui a la guerra. Les traje TODO. "¿Lo desenvuelvo?" No me molesten.

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