La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

Pensé que no correspondía desatar lo que sentía.

¡perdón! pensé que así no
pensé que no correspondía desatar lo que sentía
bailé con la cabeza (por supuesto, claro que lo hice) hasta quedarme sin neuronas
el alma, por su parte, hizo piquetes de esperanza

salieron las ofrendas del gran puerto de lo incierto
metieron soldaditos los vaivenes del cobarde
y bajaron las banderas las agujas del gran tiempo.

¡gané la vil batalla!
no fui testigo atroz del desencuentro
no vi llegar la muerte agazapada a sus lamentos
no fui quien dijo basta, no di un amor desierto

salieron las ofrendas del gran puerto de lo incierto
y llegaron a mi vida, ¡mirá, sacuden vientos!
y no sé por qué no dicen, no sé por qué el silencio
quizás no sepa nunca, quizás lo sepa a tiempo
quizás lo supe siempre, quizás lo llevo adentro

¡quién sabe!
¡gané la vil batalla!
no importa el argumento
se trata del camino, se trata de ser cierto

no soy quien digo basta, no doy mi amor sin vuelto
no soy lo que alguien nombra, ni voy sin ser momento

no estoy si no me encuentro, ni vuelvo si te miento
no digo sin ser aire, ni escondo sin ser viento

¡gané la vil batalla!
te miro y soy tus ojos
¡yo escribo lo que siento!

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