La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

Papis.

G Y M
M Y G
Dos niños fueron esos tipos, dos niños. Vengo de mirarlos hasta el fondo, vengo de tocarles todo el asco. ¡Necesitaba encontrarlos!, ¡tanto, tanto!; ¡dos niños!, ¡eureka!, ¡dos niños! Hermosos, rebeldes, gigantes; sol (e-d) ados, mugrientos, perfumes, radiantes... pero niños, sólo niños; nada más que niños, nada más que tontos, nada más que torpes, nada más que infantes. Nunca crecieron y aprendieron a engendrarme. Duelen los huesos porque sé que pasan hambre. Todavía, sin embargo, pese a todo, pese a nada, (no hay por dónde), pasan hambre. Pido al sol: supliquensé, ¿no ven la sangre? ¿no ven la sangre? Sangre o hambre de la ingrata. Sangre o hambre de la propia. Sangre o hambre de la justa. Sangre o hambre y un alambre. Sr. Alambre: siempre en esta salsa hay un alambre.Miro sus ardores, miro lo que aporte, miro lo que reste, miro lo que espante. Y así, sin más, y sin saber, y sin querer y sin doler... les doy calambres. Les doy calambres, les doy calambres, les doy calambres. ¡Eureka!, ¡dos niños! Hermosos, rebeldes, viejitos, mutantes.

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